viernes, 18 de septiembre de 2009

UNA ERMITA ES PARTE DEL PAISAJE OCULTO DE TURDERA



¨ La misma fue construida por iniciativa de internos del Neuropsquíatrico San Gabriel
¨ El lugar era un basurero, antes de empezar la construcción
¨ La Iglesia San Pablo, apoyo la iniciativa, atreves del párroco Juan Antonio Hernando
¨ La erección data del año 1988 y sus comienzos deben remontarse a 1983
¨ Hoy piden los vecinos su conclusión, ya que está parcialmente terminada.


En el triángulo que está delimitado por las calles Preti, Segurola y Puig, desde hace ya un tiempo yace una ermita a medio terminar. La misma recuerda la imagen de la Virgen de Lourdes y es un lugar sagrado de oraciones donde los vecinos muchas veces se detienen a pedir o agradecer.

La construcción de esta Gruta, tiene que ver con la iniciativa de un grupo de internos del Hospital Neuropsiquiátrico San Gabriel, ya que ellos fueron los que bregaron para que la Virgen tuviera su Ermita, justo enfrente del nosocomio en un terreno tipo triángulo que estaba abandonado y tapado de basura.

“Yo iba una vez por semana a visitar a los internos del Hospital ya que ellos eran muy creyentes y cuando podían venían a las misas de la Iglesia San Pablo de Turdera “esbozó el Padre Juan Antonio Hernando quién era el cura de la Parroquia por aquel entones, ya que actualmente es el prelado de una Iglesia en Capital Federal.

Enterado el cura de la situación empezó a inquirir a algunos vecinos devotos de la Parroquia San Pablo para comenzar a movilizarse en pos de que la Virgen tenga su Ermita en ese terreno, “por ese entonces teníamos un lema que era: Una ermita en cada barrio, una imagen en cada hogar” acotó Hernando.

Corría el año 1983, y un cartel en el predio daba cuenta de que la Gruta comenzaría a erigirse “Me acuerdo que un matutino porteño de tirada nacional sacó en sus páginas una foto donde se hacía referencia a que en un basurero se levantaría un santuario; en el diario se podía leer que con ironía decían esta gente piensa hacer una Ermita con bolsas de basura “recordó la anécdota el Cura.


¨ No fue tarea fácil

Con el cartel en el terreno (robado en pocos meses) la gente comenzó a enterarse de la iniciativa y la Iglesia San Pablo fue abriéndose camino en el plano legal. “ En 1985 se hizo un pedido al Municipalidad de Lomas de Zamora para la ocupación del terreno, primero nos dijeron que no figuraba y luego tras una serie de tramiterios el vecino Moragues nos dio una mano ya que pudo hacia el ’86 sanearnos la dificultad “ dijo Juan Antonio Hernando.

Una vez que la parte legal ya estaba encausada sólo restaba lo más importante comenzar la elevación de la tan ansiada Ermita y para que la misma adquiriera forma se necesitó de que una serie de habitantes de la zona de Turdera dieran su colaboración, desde algún dinero hasta fuerza de trabajo.

El Padre Hernando recordó en la charla mantenida algunos pormenores de aquellos tiempos “Como dije debo agradecer al señor Moragues que nos dio una mano realmente grande, además de él me acuerdo que una empresa de cemento se hizo cargo de la parte de las bases y de la forma así como un arquitecto que donó los cálculos y al señor Passini que dio una reja preciosa para resguardar la imagen de la Virgen de Lourdes también donó una vecina “

La construcción se hizo de manera lenta pero segura. Aunque la Ermita quedó parcialmente terminada al momento en que se inauguró con una ceremonia religiosa a mediados de 1988.

Las lajas que recubren la imagen de la Virgen y que por ende forran la construcción de la Ermita, no están puestas en su totalidad y ya pasados los 10 años de la inauguración oficial los vecinos de Turdera claman para que la ayuda llegue nuevamente y la Ermita pueda tener su conclusión de una vez y para siempre...

sábado, 12 de septiembre de 2009

“Aquellos Idóneos” (1)


· Recuerdos junto a Chicha Andreotta


Los recuerdos fluyen y parecen un cántaro de agua cristalina. Celia Chicha Andreotta, 80 años, me cuenta sin pausa vestigios del génesis local y de su vida cotidiana. Lobos me queda distante pero su gente se me hace cercana y cálida.
Chicha me explica cada centímetro de esta ciudad que tren mediante desde Temperley a Empalme Lobos comienza a adoptar mis afectos.
Soy periodista y mi trabajo me acercó Lobos en varias oportunidades; conozco a Pablo Sonzini (sobrino-nieto de las “Chicas” Andreotta) y por él descubro a su Tía Chicha quien habla con devoción y sin pausa de su patria chica.
El tiempo corre y cada minuto parece ínfimo cuando el mate comienza y Chicha decidida me pide: “Tenés que hablar de los idóneos, así le decíamos antes a los boticarios de Lobos. Ellos preparaban recetas magistrales y eran muy instruidos”.
Luego detalla: “Estaba la farmacia Ferrari (hoy Rizzi) y los idóneos Sánchez y Carlos Dematías; también recuerdo la botica Lobos y a Pocho Masola; no me olvido del señor Farbella y don Campapiano y debo mencionar a la farmacia Carlitos (hoy Carpani) y a la farmacia Iriarte junto al idóneo Raúl López”.
El mate sigue y ya decidida me pide que como periodista escriba un artículo con esos nombres ilustres y titule “Aquellos Idóneos”.
Mi tiempo en Lobos se estrecha y el tren obliga el regreso a Turdera.
Habrá vuelta, seguro, pero ya no tiempo para detenerme en cada apellido cedido por Chicha a quien le debo una nota completa de aquellos idóneos.
En el vagón garabateo estas líneas que apenas, ya en casa, paso en limpio dejo sobre mi escritorio para acercar al periódico a modo de anticipo del libro sobre la historia de las familias Andreotta - Mazzeo. Andreotta leerá y pedirá más datos; hoy no los tengo pero dejo estas frases sueltas. Es poco, y le debo a la Chica Andreotta una investigación prolija.
Bajo en Temperley y cierro este artículo que confío abrirán los lobenses y me ayudarán a complacer a Chicha y homenajear debidamente a aquellos idóneos.

Licenciado Federico Guerra
(1) Nota: Este artículo fue el primer paso de los que fue el libro Pasatiempo - Historias de Familias que pub licamos con el profesor Pablo Sonzini sobre la historia de Lobos, provincia de Buenos Aires.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Santa Catalina: Una parada de trenes escondida…


¨ La parada se encuentra en un costado de la reserva que lleva el mismo nombre. Fue construida a fines del siglo XIX. Hoy el apeadero pertenece al ramal Temperley - Haedo; en el lugar queda el cartel indicador y una estructura estilo inglés.

La zona sur del Gran Buenos Aires tiene escondido entre sus cimientos destellos de historia local. Algunos suelen ser visibles a la vista de los hombres que día a día recorren los conglomerados sureños, otros necesitan de una mirada algo más certera.
Es la parada Santa Catalina uno de esos lugares que encierran mucha historia y hoy parece esconderse entre un espeso bosque.
En el año 1886, se llevaba a cabo una importante obra por parte del por entonces Ferrocarril Oeste, la concreción del ramal Mármol - Haedo, y el trazado fue dibujado cortando lo que hoy es la reserva Santa Catalina.
El progreso fue creciendo alrededor de este apeadero que se vio sitiado por importantes industrias (hoy muchas abandonadas) que crecieron en los albores del siglo XX.
Javier Garín en un importante estudio sobre la reserva y los sitios históricos que están dentro de la misma es categórico al afirmar que “Santa Catalina representa más del ochenta por ciento del total de las superficies verdes del partido de Lomas de Zamora”.
Además deja en claro que “dicha área constituye uno de los últimos espacios verdes de amplia superficie del conurbano Sur”.




¨ Una pequeña parada

El apeadero está ubicado a unos metros de Garibaldi y el paso a nivel de las vías del ex ferrocarril Oeste. Y es la segunda parada desde que el tren sale de Temperley, (antes lo hacía de José Mármol pero con la llegada del tren eléctrico el ramal fue modificado y en el empalme Temperley se desvía justamente hacia este nuevo destino), en el andén Nº 6 ya que la primera es Hospital Español en Turdera.
Una gran cantidad de árboles, cobija esta pequeña parada que sólo tiene en su haber un cartel con el nombre y una pequeña casa típica de los años ingleses del ferrocarril.
No obstante el predio lindero a la estación ha sido, según el informe de Barín, declarado, por ordenanza, Reserva y parque didáctico cultural así como Monumento histórico municipal y Reserva ecológica de interés municipal de Lomas de Zamora.
El ascenso y descenso de pasajeros es de baja intensidad, ya que en ese lugar no hay viviendas cercanas y sólo algunas fábricas que no cerraron en épocas difíciles, es la escenografía que acompaña esta humilde y añeja estación ferroviaria.

¨ Paseando con amigos.

Además de un desvencijado tren que recorre el apeadero una vez por hora con ventanas rotas y personas que pasan por ese lugar y encuentran en el mismo un halo de momentos de antaño cuando las máquinas emanaban vapor; nos encontramos con muchas personas que suelen pasear por las cercanías de esta parada.
Para entrar al predio se debe ir por el portón que se encuentra en la intersección de las calles Garibaldi y bulevar Santa Catalina. “Solemos ir a Santa Catalina los fines de semana a andar en bicicleta por los caminos de cemento y tierra y en algunas oportunidades vamos a visitar el paraje del tren, ya que es un lugar distinto a los demás donde podemos tomar mate entre amigos. “Contó Pablo un entusiasta visitante que junto con Gastón y Laura estaban recorriendo la zona.
Santa Catalina es una de esas piezas de colección que muchos miran con gran nostalgia y algo de anhelo por los tiempos idos.

¨ “ Vimos un grupo Scout ”

Pasear, sacar fotos y visitar la parada suelen ser las cosas que los asiduos “curiosos” hacen principalmente los sábados, domingos y feriados por esos solares.
Pero según narró Pablo: “Una vez vimos un grupo de entusiastas Boy Scout que estaban acampando por la zona, la verdad que nos llamó mucho la atención “aclaró el visitante.
Es ese apeadero uno de los más peculiares que tiene el Gran Buenos Aires: combina nostalgia, recreación gente de trabajo y también aquellos destellos de violencia moderna reflejada en los trenes que pasean sus ventanas destruidas una vez por hora debido a las piedras que algunos metros más adelante reciben como causa de esa diversión que no se comprende.
Un Llavallol distinto se reposa sobre ese denso bosque que tiene la reserva sobre uno de sus extremos.
Lo cierto es que el chalecito típico de estación inglesa contempla de hace más de un siglo el devenir de una sociedad que va sufriendo cambios, de un ferrocarril que de apoco se va transformando y de un movimiento de gente que los fines de semana toman esta zona como un pedazo de tierra donde la historia convive en medio de un Llavallol que lejos de modernizarse aún guarda parte importante de su pasado. Tal vez alguno de los frondosos árboles del bosque o las vías que yacen en el lugar tengan entre sus recuerdos el humo de las locomotoras y el susurrar de tantos vecinos que día a día han pasado por ese páramo en medio de fábricas y una pequeña parada de ferrocarril: un sitio que sobrevive como testimonio de la historia de Llavallol

martes, 8 de septiembre de 2009

Sin Tantos Negros Y Grises... ¡Con Varios Colores!


¨ Bien vale detenernos a pensar, algunas veces, en el lugar en el que vivimos y darnos cuenta de que es el Sur, todavía, un sitio de magia y calidez...

¿ Serán las grandes capitales que viven apuradas sin encontrar un toque de encanto? o ¿será que ese toque de encanto se va al vivir apurados y sin detenerse?.

Nosotros, los que vivimos al sur de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, no somos campesinos, estamos tan lejos de serlo....

Tal vez nos distinguimos en pequeñas cosas (al margen de la diferencia de habitantes): ¿cuáles?, el hacernos unos minutos para entrar en la iglesia o admirar el cantar de pájaros en los árboles o el andar sobre hojas secas escuchando su crujir o simplemente caminar pausado mirando el paisaje que uno recorre diariamente para llegar a la estación a tomar el tren.

La sociedad de consumo llega (no al paso desenfrenado de las capitales pero...) y los hombres se adaptan, la usa la toman o la dejan. Pero las pequeñas cosas se sienten, “la patria chica“se quiere (aunque a veces no se respete como debería ser), se aprecia, se siente.

La luz de la esquina que prende y apaga, denotando el olvido y connotando el hoy, este hoy que atormenta, a veces aprieta y otras asfixia, oír a tango, a radio galena, a espica encendida; un Gol con la “L” (larga final)... y un grillo. Oír esa mezcla fina de ruidos y gente, esa “luna plata” rozando el firmamento y...recuerdos, quimera y un ápice de....macedonia intelectual, eso es lo que todavía ha de darnos estas ciudades, grandes de cáscaras y pequeñas de alma...

No es el único oasis en medio de un desierto de incomprensión, intolerancia, un desierto sitiado por hombres que van, van y van: ¿adónde?, ellos van.... Hay, sin ser este el caso, otros lugares con las características de pueblos puros, sólo basta cubrir unos kilómetros para darse cuenta de ello.

Al alejarse de las grandes ciudades se encuentran hombres que todavía conservan la inocencia y no tienen en su idiosincrasia esa “viveza criolla“que tanto bien creemos hace. ¿Creemos eso?

No somos campesinos (nos falta tanto para ser como ellos), pero luchamos contra una sociedad que no es de consumo, ya es en consumo de los pequeños lugares. Dicho esto, ya que basta con pisar tierras del interior del país para observar que esos conglomerados están muy lejos de la indecencia y la falta de palabra: el honor ante todo.

En definitiva, no somos de allá (de esos pagos del interior) somos de acá, de estas tierras cercanas a la cosmopolita Capital Federal. Cercanos, pero diferenciados ya que en estos éjidos se pintan las cosas cotidianas con otros colores, no como en las grandes urbes...de negros y grises.

FEDERICO GASTON GUERRA
Nota: Mural pintado en el Colegio Santa Inés por la Dirección de Cultura de la Municipalidad de Lomas de Zamora. Basado en fotografías históricas publicadas por Federico Guerra y Pablo Yawny en una serie de postales históricas de Turdera.

lunes, 7 de septiembre de 2009

25 DE MAYO, UNA CALLE HISTÓRICA DE TEMPERLEY


¨ La misma, fue uno de los primeros empedrados de Temperley.
¨ Por ella pasaron el tranvía a caballo y las primeras diligencias que iban hacia el Hospital Español.
¨ Por 25 de Mayo, yace un puente que cruza las vías del ferrocarril que data de principios de siglo.
¨ Hoy es una de las más importantes del sector oeste de Temperley.


25 de Mayo, es una de las calles con mayor historia propia de Temperley. Es esta arteria foco fundamental para el crecimiento de tamaña urbe social, y aunque hoy tenga varios aspectos que modificar vale una recorrida por esta vía de comunicación...

El tramo que comprende la calle 25 de Mayo, es bastante prolongada ya que en su largo está tanto al Hospital Español como la estación ferroviaria de Temperley. Y en dicha extensión la historia es diferente pero, a la vez sirve para enriquecer las anécdotas de una ciudad que esconde anécdotas en cada esquina.

Su empedrado fue un factor singular para que la calle se convirtiera rápidamente en una muy concurrida senda ya que los automovilistas encontraban un andar más sereno y armónico; y a la vez era la arteria que unía al vecindario con el ferrocarril.



¨ Piedra a piedra

El tramo de la calle que comienza en el Hospital Español anexo Temperley, guarda una historia muy particular en lo concerniente a la conformación de su empedrado.

En un documento sobre los orígenes del Hospital el ex Director del nosocomio el Doctor Marcos Eserequis reveló que se puede encontrar que el adoquinado hasta la Avenida Hipólito Yrigoyen, aún existente, fue pergeñado por directivos del Hospital, para que por ese entonces puedan entrar y salir los coches con mercadería, hacia la Capital Federal.


Los carruajes para abastecer de alimentos a la Institución entraban por ese empedradado que fue hecho para que desde la Avenida puedan entrar sin importar si la lluvia caí de manera constante en aquellos inviernos que realmente eran bastante lluviosos.

No sólo el adoquinado es lo que aún persiste, ya que el puente que pasa sobre las vías del ex Ferrocarril Sarmiento (que une Temperley Haedo), también es un exponente de los tiempos en que las carretas y los caballos polulaban por el lugar.

El puente de tablas fue donado por la familia Huergo y está ubicado en la intersección de 25 de mayo y Presbítero José Ruso. El mismo fue construido de manera desproporcionada a el tránsito del momento ya que con periódicos retoques, pero manteniendo su fisonomía lo que fue hecho para que pasaran carretas hoy es utilizado de manera continua por la letra A de una línea de colectivos. De la carreta alada a estos grandes transportes de pasajeros, pero más allá de pesos y formas el puente sigue impertérrito ante el progreso y el crecimiento urbano como viejo testigo de tiempos idos...

¨ Más adelante el Tranvía.

El Tranvía también fue por varios años un visitante asiduo de la Calle 25 de Mayo, ya que la misma era parte del recorrido Turdera – Temperley. El tranway se movilizó sobre el empedrado hasta los albores de los años 20. Los coches eran tirados por caballos y la terminal esta en la estación de Temperley donde los pasajeros en su gran mayoría se bajaban allí para tomar el tren.

Según contó el historiador Aquilino González presidente de la Asociación Amigos del Tranvía “Había un pequeño apeadero del tranvía en la esquina de 9 de Julio y Vicente López justo enfrente la quinta de los Pretti. Desde allí el tranvía se dirigía hasta 25 de Mayo para terminar en la estación ferroviaria de Temperley“

Las vías se mantuvieron sobre el adoquinado de la calle hasta que el pavimento sepultó definitivamente una época donde la nafta y el gasoil no era utilizada por los medios de locomoción. Vale aclarar que el tramo que va desde la Avenida hasta el Hospital, aún sigue siendo de adoquín y sólo el sector que va en sector oeste a la estación está pavimentado.

Varios ramales de colectivos, son los que en el devenir de la modernidad pueblan esta arteria principal de Temperley y ya ni se acuerdan de las vías y los caballos.

25 de Mayo, una calle con matices diferentes pero con el orgullo de tener una historia propia, autóctona y bien temperlina.
Imagen:

domingo, 6 de septiembre de 2009

La SEJU


¨ Que se vengan los chicos:

El pibe estaba sólo en una esquina de Turdera, estaba con la mirada perdida en la intersección de esas calles que ya nadie recuerda cuales eran. Sentía ganas de salir corriendo o de tomarse el colectivo y huir lejos, de ganarle a la rutina y a esa aburrida fiesta que sus amigos habían pergeñado como imponente.

La invitación era a eso de las tres y media y ya eran casi las cinco. Miró el reloj varias veces pero se resistía ir a la casa de los chicos. El ya sabía como venía la mano, un baile, algunos sándwichs y en el mejor de los casos podría llegar a entablar algún diálogo con la rubiecita esa que más de uno codiciaba y él no era menos.

La idea hubiese sido distinta si esa semana no se hubiese presentado nublada desde el lunes a la tarde, aunque hoy ya era viernes y un poco de sol reflejaba la cara del pibe que como un tic nervioso no dejaba de campanear la hora cada tanto... Muy pocos deben tener en su memoria esta escena de día de Primavera. Y muy pocos deben ser lo exentos a una historia con estos ribetes ¿o no?...

Ah, lo del pibe. Del pibe nadie supo nada más y de esa fiesta solo recuerdan que la rubia linda salió finalmente con el musculoso ese... Todo previsible.

La escena, como todos habrán descubierto, es una ficción, pero no esta ajena a la más cercana realidad. Es que la cosa era así baile en casa si llovía y camping en Ezeiza si el sol brillaba, medio aburrido el asunto, aunque la única solución que quedaba si se quería pasar el día con algún amigo, barra o... la rubiecita esa...

Hubo dos tipos que se dieron cuenta de que las cosas no podían seguir mucho tiempo más, aunque aquí debemos tomar un parte de filosofía popular y decir que no hay casualidad sino por el contrario causalidad.

La historia de la Seju que aquí comenzaremos a desandar (historia propiamente dicha) tendrá en su inicio un agregado realmente para tener en cuenta y el mismo es el siguiente: Cualquiera hubiera comenzado diciendo que la SeJu nació como una forma de divertir y evangelizar, nosotros decidimos que el comienzo lo haga un buen tipo, así que lo va a contar el Padre Sergio Schaub (el otro pionero es le Padre Juan Antonio Hernando). Como dice un compact de historia de radio (en el libro Días de Radio) "esta historia comienza así...” a partir de 1967, tuvimos oportunidad de ver y asistir, en Santa María, con Juancho (Juan Antonio Hernando) a una celebración patriota por la Independencia del Brasil, 7 de septiembre.

Tenía la originalidad de que aparte de los desfiles militares, había un día destinado al desfile de los colegios de la ciudad con sus respectivas bandas de música enmarcados por los vistosos y coloridos uniformes. En otro de los días de esa semana se realizaba un desfile y concurso de las bandas exclusivamente.

Todo esto, se hacía dentro de un marco festivo en el cuál los altos edificios, del centro se adornaban bien "la Brasileña"; lluvia de papelitos, bombas de estruendos y adornos en lo alto de los edificios. Siempre “lo mais grande do mundo”, siempre...y en todo.

No sé si por espíritu de competencia nacional o por sentirnos estimulados por todo eso, los argentinos que vivíamos en el Colegio máximo Palotino empezamos a cultivar la idea de responder a todo eso con la celebración del día de la Primavera, algo que nos parecía mucho más festivo y universal. Claro que lo reducido de nuestro grupo nos limitaba a una muy pequeña celebración, dentro del mismo seminario. Hicimos, pues, carteles reparto de flores...

De todos modos nos sentíamos solidarios con las fiestas que esos veintiuno de septiembre se celebraban en toda la Argentina, especialmente en la Avenida Santa Fe. Cuando en le año 1973, volví a reunirme o Juancho aquí en Turdera, volvió a surgir aquella vieja idea que no se había perdido, sino que se vio reforzada por todo el movimiento que empezamos a engendrar entre los jóvenes de Turdera con los entrenamientos de creatividad.

Eran jornadas de fines de semana que reunían a chicos y chicas de distintos colegios y edades, surgían nuevas relaciones de amistad y el entusiasmo se extendía a sus familias. De ahí surgieron varias iniciativas; bailes familiares en el gimnasio, un grupo de teatro - "el createatro"-, los bulines y también la idea de celebrar el día de la Primavera para reunir a los alumnos de los cuatro colegios de Turdera.

La SeJu 1 fue una tentativa muy precaria e improvisada, no había ni tribus (grupos participantes) ni lemas y la organización estaba a cargo de un pequeño equipo constituido por: La Hermana. Edubiges, Hermana. Lourdes, Sr. Pelizoni, Cacho Timor (egresado de la tercera promoción), Juancho y yo, (Padre Sergio Shaub).

Participaron seis grupos de aproximadamente 30 integrantes cada uno, toda esa gente que había hecho creatividad. (...) Esta primer experiencia nos llevó a considerar una serie de elementos, en primer lugar, (...) la siguiente: Los jóvenes son la alegría de la humanidad lo que el mundo espera de los jóvenes es su alegría, y esto es lo mejor que los jóvenes tienen para dar al mundo, por eso se pensó en un lema: "SOS RESPONSABLE DE AUMENTAR LA ALEGRÍA DEL MUNDO". En segundo lugar, se vio la necesidad de dar una cierta organización, nacieron así:

¨ El Gran Consejo

· Y la organización de las Tribus, con toda nomenclatura indígena que la caracteriza.
· En tercer lugar la organización permitió idear nuevas actividades, las carrozas y el baile de disfraces.
· En cuarto lugar se mantenía presente la idea de que todo esto era un movimiento de promoción humana y evangelización.

(...) Sobre estas bases (amistad, comprensión, amor, paciencia, comprensión y...tanto) se fueron realizando las primeras Sejus, aunque luego, la experiencia, y la creatividad le fueron aportando nuevas ideas (...).”

Más información: http://sejuturdera.com.ar/index2.html

Los comercios en Turdera. Una mirada desde la publicidad de antaño



E l 30 de enero de 1910 se puso la piedra fundamental del Templo Conversión de San Pablo de Villa Turdera. Ese es el indicio más claro que los historiadores locales han tomado como piedra de toque para esta hoy ya consolidada Ciudad de Turdera.

Están impertérritos frente al progreso, de cara a la modernidad, olvidados o no tenidos en cuenta por quiénes hoy compran en los grandes supermercados y ostentan pasar por delante de ellos.

En cada esquina del sur, se conserva un almacén de antaño, de esos conocidos como de Ramos Generales donde se conseguía de todo por que eran el único comercio del ramo.

Profundizamos la mirada en dos pintorescas Ciudades del Sur, y en Turdera y Adrogué nos encontramos con esquinas llenas de historias y con un valor humano incalculable, fueron estos lugares los que presenciaron en platea de lujo el avance del progreso y este devenir del positivismo moderno.

Almacenes, que en muchos casos han sido remodelados con el fin de organizar nuevos emprendimientos comerciales y que en otros casos el abandono dejó a paso a estructuras olvidadas en pleno corazón de la Ciudad.

Las historias de los pueblos, devenidos en Urbes fuertes y consolidadas, muchas veces, no son tomadas bajo el indicio de los comercios, ya que estos fueron en bastas ocasiones, los que ayudaron a que las localidades puedan sumar más gente a su geografía.

Y es precisamente Turdera, un lugar en el que los comercios dejaron huellas fuertes y duraderas. Los boliches de antaño han sido para el Pueblo naciente un lugar de historias y recuerdos, pero además, y sobre todo, un sitio para abastecerse sin tener que hacer kilómetros en el barro, para comprar en otros páramos.

La lista comienza a surgir y del arcón debemos hacer, en primer lugar honores a dos legendarios y primogénitos Almacenes de Ramos generales y en tren de comenzar la enumeración tenemos que hacer un párate en el Boliche de Pateta, en las hoy esquinas de Avenida Hipólito Yrigoyen y Esquiú.

Fue ese Almacén un clásico en Turdera durante varios años. Su dueño Benito Pateta era un hombre muy querido y por sobre todo una gran persona, al menos esto es lo que resaltaba Dn. Manuel Severi en la Revista San Pablo del Año 1937: “No podemos dejar de recordar la figura de Don Benito Pateta, que con su carrito cargado cargado de víveres cruzaba látigo en mano las calles barrosas de Turdera en esos inviernos lluviosos para llevar la yerba el azúcar y demás (...) “rememoraba Severi por ese tiempo.

“En lo de Pateta yo compraba de todo, pero siempre llevaba azúcar y yerba. El era muy bueno ya que cada vez que iba me regalaba unos caramelos y me iba contento para las casas” me relató Ricardo Iberra un asiduo comprador del Almacén.

Mientras el almacenero hacía los paquetes una grapa en esas mesas sin manteles era la compañía ideal. Una charla con otro hombres que deambulaban por el local era lo que complementaba la visita al “de Ramos generales “.

Tiempos donde todo se vendía suelto, desde el aceite hasta el vino; el azúcar se vendía en papel madera y la yerba también al peso. Un trato amable entre el almacenero y el cliente era lo que amigaba al comprador y vendedor en esos años de casa sin ochava y palenques para atar los caballos en la puerta de cada almacén.
Distinto era ese trato al que hoy se respira en las grandes tiendas y Supermercados. Así era la vida de aquellos años, distinta, de a caballo y con compras que se hacían en un solo lugar El almacén de Ramos Generales.
Hoy sólo quedan estas construcciones, que nos permiten connotar ese pasado, ese pasado que era distinto a este presente. Distinto, sí aunque quién sabe si mejor.

La esquina luego de años de prestar servicio, fue sumergida en el abandono. Y años más tarde se transformó en lugar bailable y se le efectuaron sendas reformas
De fachada. Algo así como un Castillo es lo que quiso ser.

El Castillo cerró sus puertas y la esquina quedó como un lugar semi-abandonado. Hoy por hoy la esquina está en venta y la nueva Avenida, ensanchada, le pasa mucho más cerca que antes, pero la esquina está ahí con sus recuerdos impregnados. Aunque los que bajan del tren y emprenden su marcha hacia la Av. ni sepan que tienen un observador del progreso con cientos de historias para contar.

Por otra parte ya en 1910 el Almacén Río de La Plata, ya tenía sus puertas abiertas en la esquina (donde hoy se encuentra) de 9 de Julio e Hipólito Yrigoyen. Claro que quedaba del otro lado que el de Pateta, pero por su parte juntaba otro tipo de clientela y de compradores.


¨ Otras instituciones.

En el cuadernillo que se les regalaba a los compradores de cada lote en Turdera, en los albores de 1910, figura un párrafo que parece ser toda una curiosidad: “Con los primeros ladrillos se levantó un vasto edificio, destinado á corralón de materiales y maderas que es comercialmente conocido como el Hornero. Al mismo tiempo se construía otro edificio para ferretería, bazar, almacén café y juego de bochas “.

De aquí se desprenden dos cosas, la primera que efectivamente el Corralón de ladrillos existía y estaba ubicado en la hoy esquina de las calles Santa María e Hipólito Yrigoyen, justo enfrente a las vías del ex Ferrocarril Oeste o Sarmiento, en el ramal Temperley Haedo, pero del Almacén que se anuncia no hemos encontrado indicios seguros, aunque lo más probable es que se trate del ya mencionado Río de La Plata por la cercanía con el Horno.

Si bien, en los de Ramos Generales encontrábamos de todo el Pan de Turdera era servido por la Panadería de los Núgoli, esto se lee en una publicidad de 1912 que pertenece en estos momentos a la colección de la Familia Preti: “PRIMERA PANADERIA. Villa Turdera de José Núgoli. Reparto a domicilio, 2060 Necochea 2080. Turdera F.C Sud. Se atienden pedidos para la campaña. La casa se encarga de hacer facturas especial sobre pedido y todo artículo perteneciente al ramo”, esto se lee en el volante de época.

Y de este tiempo es otra publicidad aparecida en el Periódico Actualidad de Adrogué del año 1918 propiedad del Dr. Marcelo Ventieri: “Primer Jardín de Villa Turdera. Se hacen Parques, Jardines y se venden plantas de adorno. Carmelo Salerno & Cía. Surtido completo de árboles frutales en general. Especialidad en plantas de limón, mandarina y naranja. VILLA TURDERA F.C.S. Frente a la estación del tranvía” por los datos recogidos, estaría esta casa ubicada entre las hoy calles Agüero y San José.

Hasta acá nos hemos detenido en estos comercios porque no solamente son los más antiguos de Turdera, sino porque además en el caso de las publicidades mencionadas se puede decir que son las más viejas y en todo caso las primeras que se hicieron.

Por cierto, el recorrido que han trazado los comercios en esta Ciudad, ha sido por demás extenso y parsimonioso y fueron en gran cantidad, los que de apoco se acercaron. La carnicería de Malchiodi, la zapatería de Sanguín, el Bazar de Robert, el Mercadito El Porvenir de Luro Hermanos, el Almacén de forrajes de José Conde en Suipacha y Avenida Puig.

El Corralón de la Familia Strianese, que rezaba en la publicidad de aquellos años de la siguiente manera: “Antonio Strianese. Corralón de Maderas. Artículos de construcción. Carpintería Mecánica. Carbón y leña por mayor y menor. Solicite por teléfono 147 (Lomas) Escritorio Laprida 306 Lomas. Talleres Villa Turdera “Diario La Unión Los avisos del Recuerdo de 1911 a 1920.

Si bien la Villa fue de apoco supliendo carencias entre los compradores y el surtido de sus productos ha sido cada vez mayor, hay algo que nuca ha tenido (ni tampoco tiene) y que en la guía ferroviaria de información por estaciones del año 1937 se describía de la siguiente manera: “Tiene actualmente -Turdera – varias calles pavimentadas a base de hormigón armado. No hay servicios de coches ni donde hospedarse".

Aunque en honor a la verdad, el servicio de coches es en la actualidad predominante de la mano de la proliferación de los remises, aunque el hotel para hospedarse es algo que todavía no se impuso en esta zona, tal vez por falta de demanda o por falta de visión de los empresarios que no ven a Turdera como un lugar turístico.

Con este pequeño artículo no hemos intentado dar por terminado ni mucho menos el tema de los comercios en Turdera, ya que la vida de los mismos ha ido en creces año a año. Lo que sí se quiso mostrar es un pantallazo de las primeras publicidades que asomaron en épocas donde los supermercados y las góndolas aún no eran ni parte de los sueños americanos.

sábado, 5 de septiembre de 2009

UN PUENTE DE LADRILLOS ACUNA LA HISTORIA DE TURDERA


• El puente data de principios de siglo XX.
• Se encuentra ubicado en la avenida General Frías, sobre las vías del ex ferrocarril Roca.
• Por él pasaban las tropas con los reseros que iban rumbo al matadero.
• Hoy, sigue manteniendo la fisonomía de antaño.

Sobre la avenida General Frías y las vías del ex ferrocarril Roca se puede observar uno de los rasgos más curiosos que tiene la ciudad de Turdera: un puente de ladrillos que yace en ese lugar desde los albores de 1900.

Este fue construido por el ferrocarril cuando se debió llevar a cabo el pozo en el que se encuentra la estación Turdera, ya que estas tierras están a 25 metros sobre el nivel del mar. Los ladrillos se fueron apilando de apoco, pero con un encastre perfecto ya que una vez hecho nunca más fue tocado en su estructura.

El puente fue testigo de las más interesantes historias: desde los tiros de los hermanos Iberra hasta el vapor humeante de las más negras locomotoras.

Pero de todas las anécdotas la más pintoresca suele ser el paso de las tropas de ganado que pasaban por allí rumbo al matadero de Temperley; claro que para pasar sobre él debían los reseros, que son quienes guían a la tropilla, abonar una cierta suma a la familia Iberra. Una vez el pago, los reseros, se detenían en una posta necesaria como el agua misma.

“Por acá pasaban las tropas que venían de Cañuelas - contó una antigua vecina del lugar -. La calle se llenaba de vacas, vacas jóvenes. Y estaban los arrieros: cuatro o cinco que pasaban por acá. A veces, los hombres pedían agua y mis hermanos le alcanzaban una jarra de agua.”


Hoy por hoy el puente marca, por el sector oeste, el límite entre Turdera y Llavallol; además, está en diagonal con respecto a la avenida General Frías, y suele ser una trampa para algunos automovilistas desprevenidos.

Se lo quiso demoler hace varios años, para construir uno más ancho y seguro, por eso se levantó el terreno en el lugar para hacerlo pero... todo quedó trunco.

• Una zona poco cuidada

El mensuario Nuestro Pueblo, periódico de Turdera, de septiembre de 1965 decía en un artículo sobre la zona: “Nadie debe dejar de desconocer que la zona de Turdera Sud, de noche es quizás la más triste del partido de Lomas de Zamora; esquinas y bocacalles sin luz o cuando mucho a media luz, con un puente centenario (avenida General Frías y vías FGR) abandonado a la buena de Dios por las autoridades”.

“Transitar por él, aún de día, es una verdadera odisea; de noche no tiene parangón y eso no puede ser. Turdera debe ser alegre de noche y de día, y para ello hay que trabajar para iluminarla como se merece: por su belleza, por su adelanto y lo que es más por su seguridad.”, enfatizaba la publicación turderense en busca de soluciones.

Lo cierto es que el puente está ahí, y con sus casi 100 años a cuesta es capaz de soportar, con la misma naturalidad con que soportaba una vaca, un camión de gran porte.

Debería ser declarado monumento histórico ya que es uno del los pocos en su genero que todavía se mantiene en pie y con la misma vigencia de principios de siglo.

Paradojas de la vida moderna: trenes eléctricos, camiones transportando ganado, avenidas de pavimento y...un puente de ladrillos. El de siempre. El que, aún, acuna parte grande de la historia de Turdera y guarda testimonios imborrables: de humo negro de locomotora, de vacas y reseros, de los Iberra, de visitas de Borges y de postas.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Luis Agote, un médico ilustre que vivió en Turdera



“Cuando murió este benefactor de la humanidad -en Turdera-, el 12 de noviembre de 1954, su capital eran 8.000 libros que integraban su biblioteca y 830 pesos depositados en su cuenta bancaria”, afirma Carlos Mujico en su libro “Sí, Aquí Vivieron”.

El doctor Luis Agote nació en Buenos Aires el 22 de noviembre de 1868, e ingresó a la Facultad de Medicina en 1887 donde se graduó con una tesis que llevaba por nombre “Hepatitis supurada”. Pero su máxima obra fue descubrir de qué manera se podía conservar la sangre para hacer transfusiones, y esto fue festejado en el Mundo.

La Primera Guerra Mundial iniciada en 1914 abría una paradoja: mientras se mataba gente a millares en los frentes de ataque, Agote ideaba la manera de salvar vidas mediante las transfusiones sanguíneas.

Debido a esto es que el 9 de noviembre de 1914 en el Instituto Modelo de Clínica Médica se realizó una transfusión para reponerle la sangre a un niño que estaba convaleciente debido a una hemorragia nasal. Allí se puso en práctica el descubrimiento que impedía que la sangre se coagulara fuera del cuerpo.

“El doctor Luis Agote tenía esa sencillez que es característica en las grandes almas. Su vida ofreció rasgos de una grandeza excepcional, pues fue ejemplo de intensidad vocacional y de generosa proyección al bien”, asegura el periodista Pablo Ramírez en el libro “Los irritantes privilegios en el deporte”.

La inventiva fue de gran utilidad para la humanidad. Pero el doctor no dio mayores explicaciones cuando se lo consultó, años después, sobre los pormenores del descubrimiento.

“Un sobrino mío se moría a causa de una hemorragia nasal -sostenía Agote-. No había forma de salvarle la vida, si no era restituyéndole la sangre mediante una transfusión. La hicimos y el chico se salvó, pero yo necesitaba algo más, un elemento anticoagulante para que la extracción llegara a la vena del paciente en el mismo estado de fluidez.”

“Una mañana -continuó la explicación- observé a un médico del instituto mientras estudiaba los glóbulos rojos en una solución se citrato de sodio. Salí a la calle y al pasar por un restaurante de la calle Florida vi un plato con huevos. Recordé que el citrato de sodio impide la coagulación de la albúmina, la asocié con el suero sanguíneo y allí hallé la solución.”


Político, funcionario público y escritor

Luis Agote ocupó varios cargos públicos. Fue secretario del Congreso Interamericano de Medicina e Higiene (1910); director del Lazaretto de Martín García; jefe de Sala del Hospital Rawson y tuvo a cargo la cátedra de Clínica Médica.

Como político llegó a diputado: “Ocupó una banca en el Congreso de la Nación entre 1912 y 1913. Pero no para obtener ventajas materiales, como es la principal finalidad de una gran mayoría de los políticos de los últimos tiempos, sino para presentar o defender proyectos destinados al logro de beneficios para la sociedad”, aclara Pablo Ramírez.

La escritura también lo apasionó, tanto como la lectura. Es por esto que dejó una extensa obra médica.

Eduardo Zabalegui, periodista expresó que “dejó una profusa obra escrita en la que recopiló su enseñanza; gran parte se reunió en los Anales del Instituto Modelo de Clínica Médica”.

Además, incursionó en filosofía y redactó el libro “Nerón, los suyos y su época”.


Su vida en Turdera.

No sólo vivió en Turdera, sino que además contribuyó a causas nobles en el partido de Lomas de Zamora como: auspiciar la creación del primer servicio de Hemoterapia en el Hospital Gandulfo.

En Preti al 300 compartió sus últimos días con los estudios para lograr la cura de una grave enfermedad: el cáncer.

Su salud se debilitó y tuvo un serio problema cerebral que lo alejó de las investigaciones, de los libros y de su laboratorio.

Hoy una calle en el partido de Lomas de Zamora lleva su nombre, hoy el recuerdo se pierde en una calle, pero se agradece en todo el Mundo el descubrimiento que para siempre cambió la historia de la medicina.

Doctor Luis Agote, un médico ilustre que vivió en Turdera...

Federico Gastón Guerra

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Reseña histórica del predio en donde hoy se encuentra la plaza Libertad




Los espacios verdes son muy importantes para la oxigenación de una población, y en especial debe darse un marcado interés a los pulmones de las ciudades. Es por esto que la inauguración de una plaza, especialmente en una zona con gran población y sin muchos lugares públicos con vegetación, es un hecho altamente celebrable.

La plaza Libertad constituye un espacio verde público de magnitud, debido a la gran cantidad de gente que a diario ha de disfrutarlo. La salud de cada persona va de la mano de la pureza del aire, y la buena oxigenación se consigue con espacios abiertos y, sobre todo, planificados con estética.

Este sitio de la calle Laprida constituye una zona de importancia histórica, que vale la pena recorrer, ya que esconde segmentos de historia que son muy importantes en la vida de los lomenses. Historias ligadas con la vida privada, comercial, sentimental, deportiva... Es que en este predio desarrolló fútbol el Club Atlético Los Andes, durante casi una década.

Esta propiedad pertenecía desde 1902 a Rafael Marcellini, vecino lomense. Este les propuso a los miembros de la comisión del Club Atlético Los Andes el alquiler de su predio, en el año 1928. Tras varias tratativas, con otros dueños de terrenos, se opta por esta fracción de tierra.

Ya sobre los albores de 1930 se acondicionan esos solares para ir preparando el campo de juego: se poda el cerco perimetral, se pinta la vivienda que estaba en la manzana y se acomodan los alambres y banderines que conformarían la estética del campo de fútbol.
Un 26 de abril de 1931 se inaugura de manera oficial el campo deportivo. El público colma las instalaciones desde muy temprano y es una gran jornada la que se vive. Son muchos los festejos que se llevan adelante: pruebas de atletismo, suelta de palomas, una competencia de básquet entre Los Andes y Lomas, y un partido de fútbol.

Antiguos vecinos del lugar catalogan ese momento como “apoteótico”, debido a lo importante que fue, para muchos, el momento vivido. Claro que lo que más se recuerda es el partido de fútbol que el equipo de Los Andes le ganó por 1 a 0 a Nacional de Adrogué; el tanto lo consiguió Villén cuando al cotejo le quedaban 10 minutos. Ese día el “team” de Lomas formó así: Bordolli, Varela y Chelli; Peña, Sijo y Brandoni; Mora, Villén, Gaiezzi, Maclosky y Rodríguez.

“La batalladora entidad luego de muchos esfuerzos y sinsabores ha conseguido realizar una de sus más caras aspiraciones como era poseer un campo de deportes donde desplegar sus actividades deportivas”, reflejó en sus páginas el ya desaparecido diario La Provincia de Lomas de Zamora.

“Los arcos daban a la calle Laprida y Gorriti -contó Juan Luis Stoppini, antiguo vecino de Lomas y ex arquero del club-. Ahí se jugaron grandes partidos; en una oportunidad ganamos 11 a 1, y yo no me tiré en ese gol porque había mucho barro.”

En las décadas del ’30 y del ’40 los equipos de primera división ponían a jugar a las reservas en los campeonatos de segunda es por eso que Stoppini recuerda que “jugamos con grandes equipos en esa cancha sin tribunas como, Boca Juniors, River Plate, Racing...” Sin olvidar entidades locales como Deportivo Lomas, Estrella Blanca...

El club, de apoco, fue ganando simpatizantes que día a día se asociaban para practicar deporte en las modernas instalaciones que estaban sobre los terrenos que daban a la calle Laprida, eterna y perdurable.
Calle de árboles, Laprida, de adoquines con grandes tiendas, negocios con enormes toldos (más cerca de la hoy avenida Hipólito Yrigoyen), y ese tranvía que la recorría en parte para buscar refugio en la estación de Temperley.

Luis Legnani, periodista lomense ya fallecido, en su libro “Un lomas que yo he visto” escribió: “Quien recorra Laprida con ánimo de curiosear podrá observar sobre un popular bazar una edificación antigua, apenas, camuflada (...). Era ese el tipo de edificación que primaba en casi toda su extensión”.

Debido a la demanda de socios es que resuelve, el Club Los Andes, comenzar a buscar nuevas tierras para erigir su estadio e instalaciones deportivas. Tras un tiempo de búsqueda la Comisión Directiva opta por dejar los terrenos de Laprida y Posadas, y se instala en la hoy avenida Santa Fe esquina Boedo. La inauguración de su nuevo campo deportivo fue un 28 de septiembre de 1940, ese día jugó frente a Unión de Santa Fe.

“Recuerdo que cuando se fue Los Andes, luego de un tiempo, se instaló un equipo de rugby, creo que se llamaba Porteño, yo he ido a ver partidos de esa disciplina ya que jugaban varios pibes de mi barra de amigos” contó Francisco Ridao, vecino de Turdera, quien vivió por años en los alrededores de la hoy plaza Libertad.

Una vez hecho el traslado a las tierras las gana, por un tiempo, el abandono. “Mirá, yo he ido a ver promediando la década 1940 campeonatos de moto que se organizaron en ese predio. Ahí compitió José Cruz, quién era campeón de moto, y salió en la tapa de la revista deportiva El Gráfico en alguna oportunidad “expresó Edgardo Costa quien reside en Lomas y vivió toda su juventud en las cercanías del feudo.

En 1945 la intendencia decide la compra de las tierras de Marcellini, que eran de 6.052 metros cuadrados.

El historiador Norberto Candaosa escribió acerca de la operación de compra por parte del municipio lo siguiente: “Mediante una seña del 20% a la firma del boleto y el resto en cuotas. La intendencia no cumple con los pagos acordados, salvo la seña, pese a que la decisión de comprarla es ratificada por el Concejo Deliberante en 1948; decisión a la que se agrega al año siguiente la de adquirir un predio lindero de 4.008 metros cuadrados”.

Ante la falta de cumplimiento por parte de la Municipalidad, los herederos demandan en 1951 la recesión del contrato.

Es por esto que se le inicia juicio al municipio lomense; este dura 10 años y en 1961 la Justicia da un fallo desfavorable a la Municipalidad. Más allá de esto se efectúa un arreglo entre los dueños del predio y las autoridades de Lomas de Zamora, disponiendo una expropiación en 1967 por un monto de $12.077.544 pagaderos en tres cuotas anuales.

La deuda quedó saldada en 1972. Los funcionarios lomenses cedieron a la provincia de Buenos Aires las tierras para que se construya un Hospital de seis pisos. Nada ocurrió.

Luego, una vez que mermó la actividad deportiva en el lugar, otros emprendimientos se llevaron adelante: "en la década del ’60 llegó a estas tierras un parque de diversiones con los divertimentos de la época” ilustraron pobladores de Laprida al 1000.

En la década del ‘60 el lugar es ganado decididamente como espacio público. Pero desde 1952 la zona fue utilizada como recreo. El primer nombre del parque fue “Derechos de la ancianidad”, luego pasó a llamarse “Libertad” en 1955.

El periódico La Provincia decía en un suplemento del 26 de noviembre de 1960 lo siguiente en el epígrafe de una fotografía: “Mudo testigo de pasadas glorias. Así se ofrece el vestuario de entonces, hoy parte de una plaza pública. Por él desfilaron famosos jugadores del club y también se replegó temeroso frente a un amotinamiento de la hinchada (...)”.

Hay quienes recuerdan el paso de un circo por la antigua cancha de Los Andes: “La carpa la pusieron sobre las tierras que hoy conforman la plaza Libertad. Los chicos se divertían mucho allí”, rememoran los lugareños. Incluso hay quienes aseguran que en ese circo repartió sonrisas y piruetas el célebre Pepe Biondi, que por cierto fue vecino de Banfield.

Las carpas circenses llevaban júbilo a los suburbios del centro de Lomas: “(...) las expectativas de distracción de los vecinos lomenses estaban cifradas casi exclusivamente en la llegada de los circos que ambulaban con su carga de alegría y colorido instalándose en los baldíos suburbanos (...)”, resalta Carlos Mujico, historiador local, en su libro "Sí, aquí vivieron”.

Más tarde, promediando 1970, en la vivienda que estaba en el predio, comenzó a desempeñar sus actividades el sencillo teatro Horizonte. En ese entones es que “se instala un mástil con un reloj de cuatro caras”, recuerda Norberto Candaosa.

“Cumpliendo su destino trashumante y en busca de ‘nuevos horizontes’, el teatro (Horizonte) se traslada a Laprida al 1200 -recuerda Luis Legnani en su libro ‘Un Lomas que yo he visto’-, precisamente donde hace años estaba la cancha del Club Los Andes. Y la que fuera sede de la entidad deportiva, se convirtió en escenario de dos magníficas obras: ‘Panorama desde el puente’, de Arthur Miller, y ‘La zorra y las uvas’, basada en la fábula de esopo.”

Por su parte la alegría llegaba a ese lugar de la mano de kermesses que, con la llegada del verano, se instalaban en el predio de la hoy plaza Libertad. Allí los distintos juegos de la época hacían más llevadera la época estival lomense, desde la clásica ruleta hasta el embocar aros en botellas de vidrio, todo muy familiar.

Tal vez, debido a estos sucesos culturales e inspirados en los versos del escritor lomense Juan José Manco que dicen: “Las lomas de mi tierra echadas / sobre esta vasta alfombra / de la verde llanura”, es que los vecinos quisieron comenzar a pergeñar una plaza prolija y concisa.

Es por estas movidas y trabajos realizados por el municipio, que Lomas de Zamora disfruta de un cómodo lugar de esparcimiento hacia 1979, año en que se hacen importantes arreglos.

“Mi jardín ha sido pensado / con sofisticada belleza / no es lujoso ni osado / pero no es sencilla su grandeza”, el verso pertenece a Sara Mabel Masci, y es un fiel reflejo de lo que muchos lomenses pensaron de su plaza Libertad.

Acaso, como evocación final, son válidos los cálidos versos de Nilda Heredia: “Te veo. Te reconozco entre los tranvías / en los zanjones coreando las ramas / bajo el sopor húmedo de tus noches / los banquillos, la calesita a caballo”. Estos sirven para describir lo que muchos vecinos lomenses piensan sobre el pasado que se fue y el presente que nos marca sus realidades.



Indicios sobre la libertad

En el momento de tener que encontrar palabras para explicar que es la libertad es bueno recurrir a la poesía, que es un camino interesante para llegar a las aproximaciones de aquellos términos tan abstractos.

Gabriela Bednarz esboza, en su libro, conceptos como: “Libertad es no querer encasillar las ideas, es no cuartar los instintos”; “Libertad es no encerrarse en reglas ni parámetros”.

Por su parte, Marcela Bibiana Guelfi describe la libertad de esta manera: “La libertad es poesía, porque la poesía es libre”.

A todo esto puede agregarse que la libertad es quien nos conlleva a pensar y opinar libremente, equivocados o no. Acaso, y no como frase hecha: “la libertad es la esencia de la vida”.

De una forma aún más poética se puede definir a la libertad como: “La sensación de volar bien alto, con las alas abiertas”.

Más allá de buscar definiciones sobre libertad en el verso y querer refugiarnos en la prosa para explicar el sentido de esta palabra, tan honda en el sentimiento y tan amada y querida, debemos decir que para llegar a sentirnos libre debemos: “Hacer un alto, mirar nuestro interior y meditar, este es el camino para llegar a la esperanza y a la libertad”.
PD: Foto de
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bibliografía

1. Mensuario La Voz “Los Andes: Inauguración”, diciembre 1993. Año 1; Nº2, página 13.
2. Reseña histórica sobre el Club Atlético Los Andes confeccionada por Guillermo Irimia.
3. Cuaderno de investigaciones Nº 2 del Instituto Histórico Municipal de Lomas de Zamora. Septiembre de 1998.
4. Gabriela Bednarz “ Libertad, por siempre libertad”. Ediciones Amaru; 1996.
5. Carlos Mujico “Sí, aquí vivieron”. Ediciones Taller 4; 1994.
6. Luis Angel Legnani “Un Lomas que yo he visto y orígenes e historia de Lomas de Zamora”. 6ª edición ampliada; adhesión al 135º aniversario de la fundación del Partido de Lomas de Zamora 1861-1996.
7. Juan José Manco “Adiós, viejo Lomas”. Ediciones Taller 4; 1992.
8. Diario La Provincia, suplemento extraordinario “Los Andes Campeón 1960”. 26 de noviembre de 1960.
9. Sara Mabel Masci “Abriendo las alas”. Ediciones Rondas literarias; 1998.
10. Revista Visión del Sur “El progreso de Laprida” por Martín Lanata, septiembre de 1993.
11. Nilda Heredia “Selección Poética”. Editorial Maitén; 1998.
12. Conversaciones mantenidas con Juan Luis Stoppini, miembro del Instituto Histórico Municipal de Lomas de Zamora, escritor de libros sobre el pasado de Lomas de Zamora.
13. Diario La Prensa, sección ilustrada de los domingos, 3ª Sección, “Herederos del Lomas” por Guido Gota. 10 de octubre de 1971.
14. Marcela Bibiana Guelfi “Anuario Argenta de Poemas 6”. Editorial Argenta; 1993.
15. Museo Americanista de Lomas de Zamora.
16. Consultas personales hechas con vecinos antiguos de la zona de plaza Libertad.

martes, 1 de septiembre de 2009

Potreros: Terrenos mágicos, testigos de gambetas y picardías


· Un humilde homenaje a los baldíos ya olvidados del Sur


Quiero recordar en este humilde homenaje a quienes con sacrificio y valentía hicieron de los baldíos de la esquina señoras canchas de fútbol. Con poco, eso sí: dos bolsos de arco, unos palos de escoba de límite de cancha y una pelota usada. Pero...el pasto siempre cortado al ras. Ni una mata de pasto larga ¡Había que laburarlo al baldío para que fuera una cancha!
Es verdad, que también estaban los baldíos de tierra, esos de la esquina, al lado de la Graciela que casi nunca devolvía las pelotas.
En realidad hoy mi homenaje intenta ser desde el recuerdo, pero enclavado en este presente que convirtió a esos ejidos urbanos en modernas casas, departamentos o algo parecido.
En esta línea es que el periodista deportivo Héctor Vega Onesime en su libro “Memorias de un periodista deportivo” le brinda unos párrafos emotivos al potrero y cuenta que “era el apéndice del barrio en el que practicábamos –sin saberlo conscientemente- virtudes que araron nuestro espíritus. La amistad, la solidaridad, la generosidad, la lealtad. Pilares de una sociedad imperfecta, no desprovista de carencias y deformaciones, aunque sensible para detectar y expulsar a sus agentes malignos”.
“Quizás la melancolía -agrega Onesime- distorsione mi juicio, pero viendo tanta corrupción impune, inmoralidad premiada, y ‘sálvese quien pueda’, rescato aquel mundo de límpida simpleza, en el que la comunidad podía servirse de resortes naturales para aislar a quienes traicionaban los sanos códigos de la convivencia”.
Y sobre el final de su relato el periodista Héctor Onesime cita a Albert Camus quien en una pasaje de su pensamientos deja en claro que”después de muchos años en que el mundo me ha permitido variadas experiencias. Lo que mas sé, acerca de moral y de las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol”.
Tal vez, inspirado en los versos del escritor lomense Juan José Manco que dicen: “Las lomas de mi tierra echadas / sobre esta vasta alfombra / de la verde llanura”, podemos decir que la alfombra imperfecta en la que se pateaba hasta la llegada de luna jamás se ha ido volando como cuento de “Las mil y una noches” sino que aún está ahí, aunque no podamos verla.
Siempre serás potrero
Lotes sin dueño que dieron origen a clubes famosos del sur como El Fogón de Mármol. Este club fue fundado el 27 de septiembre de 1930 por vecinos de arraigo de la localidad.
En relación a su particular nombre Romualdo De Lillo (h) explica que “La denominación que trae reminiscencias camperas se debe no solo al fogón a cuyo rededor se unen los amigos, sino a un perro que acompañaba a los fundadores (por lo baldíos sin dueño) y se llamaba “Fogón”.
¡Qué falta de respeto!, tanto cuidarlo para que un día un martillero ponga cartel de venta, y con el cuento que está cerca de la estación, a dos pasos del colectivo y a veinte minutos del centro… chau baldío!!!!!!!
Es innumerable, hoy en día, la cantidad de personas que compraron sus terrenos años atrás por intermedio de inmobiliarias de la Capital Federal que ponían en venta tierras en la zona sur: nuestros potreros, claro. Acaso, esta es una de las razones por la cual hoy hay tanta población en este sector del Gran Buenos Aires.
Los compradores venían traídos en trenes especiales o en “bañaderas“. Y así y sin más se quedaban con nuestros terrenos y sus historias y sus gambetas...

Importantes cartillas.

Cada rematador preparaba lujosas cartillas para publicitar las tierras que tenía a la venta; y las mismas se regalaban a cada cliente o comprador. Esta costumbre viene desde principios de siglo ya que Turdera en 1912 tenía un cuadernillo importante con todas las bondades que el ejido tenía para ofrecerle a futuros dueños.
No todas eran de varias páginas pero sí todas le contaban a la gente cuáles eran los medios de transporte, servicios que tenía el lugar, construcciones aledañas y de que manera se podía viajar a la Capital Federal.
Además, se ponían al dorso las formas de pago y en que forma se podía obtener la escritura. La cantidad de lotes que se vendían era algo bastante inestable: en Turdera en 1943, en el límite con Adrogué, se pusieron a disposición de los compradores algo así como 190 lotes, y en otros parajes los loteos recién comenzaban a venderse de a uno.
Máximo Paz, barrio La Unión, Monte Grande, Temperley, Turdera, Adrogué, Burzaco... fueron avanzando a fuerza de remates y clientes porteños. Y para que el comprador no se fuera con las manos vacías algunas veces se acostumbraba a servir un ágape al mediodía. Los artilugios eran variados, pero efectivos.
El potrero pasó a ser un terreno con cimientos, y al poco tiempo paredes, y más tarde un regio asado para festejar el techo de la nueva vivienda.
Nada quedó de esas porciones de tierra que convivían con calles de árboles y de adoquines con grandes tiendas: negocios con enormes toldos y ese tranvía que la recorría en parte para buscar refugio en la estación de tren.
¿Donde estarán los potreros?, casi la misma pregunta que se hizo el filósofo de los barrios Alejandro Dolina con aquello de ¿dónde estarán los millones de bolitas que ya no queda ni una? Seguro que la respuesta será la misma, tanto para las bolitas como para lo baldíos, devenidos en potrero, Enterrados. Sí, las bolitas con bastante tierra y nuestras canchas con bastantes cimientos.

Volver

Y hoy más de uno recorre el barrio y con una lágrima a flor de mejilla recordará esas maratónicas jugadas en la que se dejó como 5 tipos en el camino, o aquellas en las que se convirtió como 7 goles en una tarde.
O esos baldíos de lujo que en el mejor de los casos se convertían en señoras canchas ya que sus dueños pudieron hacerse del terreno y le construían el cerco perimetral, pintaban las viviendas que estaban en la manzana y acomodaban los alambres y banderines que conformarían la estética de un campo de fútbol 5 estrellas.
Hasta la historia grande del fútbol se gestó en estos solares: un hito en este recorrido es marcado el 26 de enero de 1896 ya que "en esta fecha se juega en un potrero, dos cuadras al norte de la estación ferroviaria, un partido de cricket entre los equipos de Mr. Burton y Mr. Griggs. Gana Burton por 12 a 11 y queda fundado el Club Atlético Banfield que lucirá camiseta a franjas verticales azules y negras", plasmó Juan Luis Stoppini en una investigación lugareña.
Pero hoy en esos antaño ejidos de fútbol: el arco es arco, pero de ventana, el área es área , pero área de comedor diario, el banderín de corner, es una media flameando en la soga, y la pelota que rodaba es un bebé recién nacido que rueda por el patio con el muñeco de trapo.
Cuesta creer que desaparecieron los baldíos, los de siempre, los que parecían eternos. Hasta que un buen día, un tipo con cara de nada, de esos que nunca patearon al arco, pusieron un cartel, por orden de un tercero. Y chau baldío.
Acaso, son válidos los cálidos versos de Nilda Heredia: “Te veo. Te reconozco entre los tranvías / en los zanjones coreando las ramas / bajo el sopor húmedo de tus noches / los banquillos, la calesita a caballo”. Estos sirven para describir lo que muchos vecinos piensan sobre el pasado que se fue y el presente que nos marca sus realidades.
Pero sostengo que habría que penar a quienes nos sacaron los potreros. Esos, que hoy sólo son recuerdo de todas las mañanas que viví y todas las calles donde me escondí.


Federico Guerra

lunes, 31 de agosto de 2009

Jorge Luis Borges:El escritor de los senderos que se bifurcan


Federico Gastón Guerra
Artículo publicado originalmente en la revista literaria La Casa de Asterión. Colombia.

El autor de este ensayo es periodista de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora. Argentino, natural de Turdera, ciudad sobre la que ha realizado investigaciones históricas, homologándola con el espacio icónico y mítico que aparece en algunos cuentos de Borges. Ha dictado conferencias en su país sobre Borges y la zona Sur.
Miembro del Instituto Histórico Municipal del partido de Lomas de Zamora.

Ha sido Borges un enamorado de la zona Sur. Sus obras siempre reflejaron estas tierras, donde ubicaba sus cuentos de malevos. Vaya este artículo como un humilde homenaje al creador del Aleph

"--Hablemos de esas mitologías de compadres y caudillos.
--Yo no creo que corresponda a Adrogué sino a Palermo o a Turdera. Como la famosa familia de los Iberra ".
Este pequeño diálogo se da entre la desaparecida revista Sur Semanario y el escritor Jorge Luis Borges.
Ha sido sin duda alguna este hombre de las letras uno de los escritores más interesantes que hayan pasado por la literatura nacional. Cada cuento o línea de Borges tenía aroma a malevaje. Por esto, en el poema "El Tango", no duda en calificar a nuestro compadritos como "hombres del cuchillo y el coraje ".
Tal vez la síntesis perfecta de lo reflejado por el ganador del Premio Cervantes hayan sido los Iberra, así, a secas y con todo el afecto con el que antiguos vecinos recuerdan a estos hermanos. Afectos de ira, de ternura o de simple leyenda de un Turdera de la Costa Brava y el camino de Las Tropas.

Por Adrogué: su continente
De estas tierras emanaron sus mejores cuentos.
"En su niñez solía (Jorge Luis Borges) pasar los veranos en esta ciudad (Adrogué). En 1977 Ediciones Adrogué publicó su libro "Adrogué", con ilustraciones de su hermana Norah", se lee en la colección Clarín sobre el Partido de Almirante Brown.
El gran escritor tuvo siempre esa sensibilidad por el Sur, sus aromas y sus paisajes.
De allí surge que como una profunda mimetización con su terruño, escribió en el poema "El sur" (igual título para el cuento): "Desde uno de tus patios haber mirado / las antiguas estrellas, / desde el banco de la sombra haber mirado / esas luces dispersas / que mi ignorancia no ha aprendido a nombrar / ni a ordenar en constelaciones, / haber sentido el círculo del agua / en el secreto aljibe, / el olor al jazmín y la madreselva, / el silencio del pájaro dormido, / el arco del zaguán, la humedad, / esas cosas, acaso, son el poema."
Y no sólo esos indicios guiñó. Además, por Adrogué, gestó esos senderos que se bifurcan y que, según él, son "una enorme adivinanza, o parábola, cuyo tema es el tiempo; esa causa recóndita le prohíbe la mención de su nombre".
En este segmento de "El Jardín de los senderos que se bifurcan", de su mítico libro Ficciones, podemos rastrear unas líneas más acerca del profundo apego que sobre él marcó Adrogué y ese halo de misterio que él mismo entregaba: "Omitir siempre una palabra, recurrir a metáforas ineptas y a perífrasis videntes, es quizá el modo más enfático de indicarla".
La periodista del diario Clarín, Sandra Comiso, en una nota fechada el jueves 13 de junio de 2002, precisa que "Fue en una quinta de la calle Macías donde (Jorge Luis Borges) pasó interminables tardes de la infancia junto a su hermana Norah, y fue también allí (Adrogué) donde vivió junto a su madre, Leonor Acevedo, ya viuda, en una sencilla casa de Diagonal Brown 301, durante la década del 40".
"Y fue en el Hotel «La Delicia» --amplia Comisso--, uno de sus lugares favoritos, donde solía cenar con amigos. Adrogué tuvo mucho que ver en el contenido y continente de su literatura."
De este suburbio gestado sobre diagonales y coquetas construcciones, el célebre literato tomó las musas para escribir, acaso y según sus palabras, su mejor cuento: "El sur".

Una fortuna
El manuscrito de "El Sur" fue fechado en Adrogué y subastado en Junio de 2002 por 186.000 dólares. El dinero fue pagado por la fundación suiza "Martín Bodmer".

La información periodística del 21 de Junio de 2002 daba cuenta de que "la venta fue un éxito. Los 186.000 dólares conseguidos por la versión manuscrita de su cuento «El Sur», escrito en 1953 y datado en Adrogué, superó ampliamente la base inicial estimada de unos 90.000".
Las hojas eran 8 páginas amarillentas arrancadas de un cuaderno espiral y con márgenes llenos de anotaciones del propio Borges.
Tal vez la popularidad se dio debido a que fue el último cuento de puño y letra, antes de quedar ciego. De allí se desprende esa maestría para no perder detalles de ese almacén antiguo que él describe en el cuento y que muchos dan por descontado que se trata del Almacén de Ramos Generales Santa Rita.
El Almacén de Santa Rita fue construido hacia 1870 en la confluencia del camino real y el camino de Las Tropas (actualmente avenida H. Irigoyen y Avenida Frías). Funcionaba como almacén de ramos generales y despacho de bebidas. Allí se filmó la película "De eso no se habla", de María Luisa Bemberg, y pasaron figuras como Marcelo Mastroiani, Joan Manuel Serrat, Luisina Brando.
Borges lo inmortalizó con estas líneas de "El Sur": "El almacén había sido punzó, pero los años habían mitigado para su bien ese color violento. Algo en su pobre arquitectura le recordó un grabado en acero, acaso de una vieja edición de Pablo y Virginia. Atados al palenque había unos caballos."
"Dahllman --prosigue el cuento--, adentro, creyó reconocer al patrón; luego comprendió que lo había engañado su parecido con uno de los empleados del sanatorio. El hombre, oído el caso, dijo que le haría atar la jardinera; para agregar otro hecho a aquel día y para llenar ese tiempo, Dahllman resolvió comer en el almacén. En una mesa comían y bebían ruidosamente unos muchachones, en los que Dahllman, al principio no se fijó []."

Siempre El Sur
"Velay señores la historia de los hermanos Iberra / hombres de amor y de guerra y en el peligro mejores / la flor de los cuchilleros / y ahora los tapa la tierra". Estos versos son parte del tan mentado poema "Milonga de dos hermanos", en donde el escritor de El Aleph refleja con precisión el pasar de una familia en un suburbio sombrío.
Eran tempos en que el cuchillo brillaba en la noche como colmillo envenenado y no sabía de razones ni de lógicas; por eso ha de ser que en uno de sus cuentos Borges asevera que no eran los hombres quienes peleaban sino las armas.
"La intrusa" es otro de los relatos en donde el maestro de las letras toca el tema de las mujeres fáciles, los prostíbulos sucios de la zona de Morón y la escenografía principal de un Turdera sombrío, en el seno de una casa a orillas de las vías junto al Puente de ladrillos que aún hoy se conserva tal como entonces, en la intersección de las vías del ferrocarril Roca y la avenida General Frías, en el límite de Turdera, Llavallol y Adrogué.

Juan Muraña, Jacinto Chiclana y tantos otros pendencieros de zonas oscuras subsumidas en callejuelas angostas y tierra por doquier; ganado cimarrón, ombúes a la distancia y ranchos de adobe y paja, era lo que completaba el montaje de caballos y relatos del narrador de historias pendencieras que descansa en Ginebra.
Querer, en un artículo, enumerar todas las características del máximo escritor que ha acunado en Adrogué, parte de sus mejores recuerdos, sería muy difícil ya que en sus escritos siempre se puede profundizar más y más y sorprenderse con alguna postal sureña de esos tiempos de carruajes halados y paisajes vírgenes de toda geografía trazada por la mano del hombre.
Cada páramo sería un lugar en donde el duelo criollo estaría presente, esperando que una pluma capte como una fotografía el momento de la estocada final, cada villorrio esperaría con ansias la llegada de Borges para contar sus historias de copas de más y pelea maleva.
Y ese Borges fatal --de quien los santos se apiaden-- dejó su obra dedicada a aquellos que tiñeron con honor cada duelo del Sur y que le dieron tinta para que dejara en sus libros todas y cada una de las expresiones del hombre guapo, pero guapo en serio.

Lastima que faltó el Premio Nóbel ya que hubiera sido además el premio a esas historias que de tan repetidas por todos hasta hubiéramos creído verdaderas al sentirlas como ciertas en la escritura de Jorge Luis Borges, el mentor del cuchillo y el coraje.
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© Federico Gastón Guerra
LA CASA DE ASTERIÓN
ISSN: 0124 - 9282
Revista Trimestral de Estudios Literarios
Volumen IV - Número 14
Julio-Agosto-Septiembre de 2003
DEPARTAMENTO DE IDIOMAS
FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS - FACULTAD DE EDUCACIÓN
UNIVERSIDAD DEL ATLÁNTICO
Barranquilla - Colombia
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domingo, 30 de agosto de 2009

Las Primeras Farmacias De Temperley y Turdera


La primera Farmacia que tuvo Temperley fue la “Farmacia Duchini”, esta abrió sus puertas en 1900 frente a la estación del ferrocarril Roca, en la calle Meeks casi esquina 25 de Mayo. No sólo funcionó como botica sino que también en su local se realizaron reuniones con personajes que fueron protagonistas de la historia nacional como “el Teniente General Pablo Riccieri, Pastor Obligado, Juan Argerich, entre otros vecinos. Las tertulias que allí se hacían eran amenizadas con buena música, una copa y buena charla. Como si algo faltara, allí también se pintaban cuadros”, cuenta Jorge Gualco y Alberto De Paula en el libro “Temperley su historia, su gente”.

Turdera, ciudad pegada a Temperley en el partido de Lomas de Zamora, tuvo su primera farmacia hacía los primeros años de la década de 1920, (no teniéndose precisión en el año), y estaba ubicada en las calles Santo Tomás y avenida Puig cerrando poco después de abrirse: “Cerró tal vez porque en Turdera no se enfermaba nadie en aquel tiempo”, rememoraba Manuel Severi en la publicación de la revista San Pablo de 1937.

Una anécdota que vale la pena reflejar relacionada con la farmacia de Duchini en Temperley, la falta de medicamentos en la botica de Turdera y el tranvía a caballo que unía Turdera con Temperley, -ese tranvía que tenía su estación en la avenida Puig y Santo Tomás en Turdera y en la estación ferroviaria de Temperley- dice: “¿Quién no recuerda a la vez, a más de una vecina que detenía la marcha del tranvía con la justificada protesta de más de un pasajero en apuros, para pedirle al conductor que le trajera de la farmacia de Duchini un paquete de algodón, o $0.20 centavos de sal inglesa. O bien La Prensa, o cualquier otro menester, que tan bien y con buena voluntad se prestaban a hacer los muchachos que gobernaban la yunta mala cara de la ya destartalada carroza”, nuevamente Manuel Severi es quien pintaba de cuerpo entero, con tradiciones cotidianas, la vida de dos pueblos que respiraban aires campestres y latían a otro ritmo.

Federico Gastón Guerra
Nota: La fotografía es sólo ilustrativa de una farmacia de la época. Esta es un típico comercio de La Pampa. Ilustración de http://www.region.com.ar/productos/semanario/archivo/760/mitre760.htm

Cuando "La Delicia" era alojarse en el hotel


Allí se alojaron Sarmiento, Carlos Pellegrini, Manuel Quintana, los escritores Belisario Roldan, Miguel Cané, Roberto J. Payró, Jorge Luis Borges, y los pintores Ernesto de la Carcova e incluso llegó a concentrar allí el primer equipo de Boca Juniors en los años 40. Fue demolido en 1958.
El hotel fue la residencia de Esteban Adrogué a fines de 1871 (en la hoy esquina de la avenida Espora y Esteba Adrogué) que en 1873 fue convertida en el famoso hotel "La Delicia" (no "Las Delicias"). Este nombre se debe a que un amigo de Adrogué, Ochoa, quien visitó el paraje exclamó: "Esto es la delicia". Por eso, el lugar de descanso pasó a tener ese nombre.
Incluso la calle que hoy se llama Esteban Adrogué fue conocida durante años como "La Delicia" debido a que iba desde la estación hasta la entrada del hotel. La misma fue trazada por Esteban Adrogué para la comodidad de los turistas que venían a alojarse en las instalaciones. Esta calle pasó a llevar el nombre del fundador del partido de Almirante Brown hacia 1893.
Políticos
"El hotel La Delicia, en Adrogué, ocupa un capítulo dorado. El político Carlos Pellegrini era uno de sus asiduos concurrentes veraniegos e, incluso llegó a festejar allí sus bodas de plata con Carolina Lagos, ofreciendo un apoteósico baile en el verano de 1896", se lee en la nota "Aquellos veranos del poder" de la revista Viva.
Y de la tertulia social la nota pasa al episodio político: "Allí durante su veraneo de 1898, protagonizó un episodio con el periodista Julio Piquet quien lo recopiló en el artículo un reportaje frustrado . Contaba Piquet 'sólo una vez hablé con el Dr. Carlos Pellegrini fue en el Hotel La Delicia (...) hice levantar de la cama al ilustre estadista a las 11 de la noche para preguntarle si era cierto que había vuelto sobre sus declaraciones repetidas de que no quería ser candidato a la presidencia'".
Los peces de Sarmiento
Otro hombre clave de la historia de nuestro país que supo pasear su figura por el inagotable Hotel fue Domingo Faustino Sarmiento quien tuvo su estada en Adrogué y en la nota "Aquellos veranos de poder" el hecho no pasó inadvertido.
"En 1873, cuado Domingo Faustino Sarmiento, entonces Presidente, visitó el hotel, fue tal la admiración que le produjo el estanque de agua de La Delicia que inmediatamente dispuso efectivizar la donación de unos cuantos ejemplares de peces de cultivo al dueño, Esteban Adrogué."
La anécdota concluye al decirse que "El Presidente envió una variedad proveniente de arroyos y lagos de Norteamérica: los peces carpa, especialmente apreciados por los gourmet, fueron saboreados en La Delicia por muchos políticos y dirigentes de época". Además, y entre tantos otros, Manuel Quintana, los escritores Belisario Roldan, Miguel Cané, Roberto J. Payró, Jorge Luis Borges, y los pintores Ernesto de la Carcova e incluso el primer equipo de Boca Juniors en los años 40, supieron gozar de las instalaciones de la residencia.
Bella Adrogué
El hotel fue demolido en 1958 cuando el paisaje de Adrogué era la pintura que Miguel Di Leo trazó en su poema "La Canción de Adrogué": "Es tan bonita la Ciudad de Adrogué/ maravillosa pintura / que Don Esteban legó... / El dulce encanto de sus plátanos y tilos / eucaliptos y pinos / y sus jardines en flor. / Es un manto bordado / de llamas y flores / pueblo de mis amores / nunca te dejaré. / Como te adoro a ti, Ciudad de mis amores / no encuentras otros lugares / como mi bella Adrogué."


Nota publicada por Federico Guerra en el semanario Lo Más Regional de Lomas de Zamora
Martes 17 de mayo de 2005 Edición número 12 - Año 1

sábado, 29 de agosto de 2009

Una esquina de ramos generales impregnada de "El Sur"



Se trata del almacén Santa Rita que fue construido hacia 1870 en la confluencia del Camino Real y el Camino de las Tropas (hoy Quintana y De La Peña) y funcionaba como almacén de ramos generales y despacho de bebidas. ¿Allí Borges escribió El Sur?
Eran tiempos difíciles aquellos de fines de siglo XIX cuando el barro era una constante en las calles de Adrogué debido a inviernos lluviosos que hacían de las huellas polvorientas lagunas inciertas y difíciles para el acceso. Y era ahí, justamente cuando empezaba la labor interminable de los dueños de los almacenes de ramos generales que látigo en mano arriba del caballo hacían malabares para ganarle a la rigurosidad del clima.
Hoy en Adrogué, Quintana y De La Peña, fluye aún viva una esquina que lleva en su esencia ese sabor a campo traviesa e irradia con sus recuerdos olores a nostalgia de tiempos lejanos y de suburbio malevo.
En ese lugar se filmó la película "De eso no se habla" de María Luisa Bemberg y pasaron figuras como Marcelo Mastroiani, Joan Manuel Serrat, Luisina Brando.
Actualmente funciona como restaurante.
Duelos borgeanos
Es una esquina donde las anécdotas se han multiplicado en aquellos años de calles de barro y casas estilo chorizo, a lo largo.
Un almacén de ramos generales era lo que se erigía entre esos ladrillos a la vista que hoy cualquier visitante ve como una casona de antaño. Esta edificación tiene una historia particular que se ha gestado en 1870 cuando por ese tiempo confluían el Camino Real y el de Las Tropas (actuales avenida Hipólito Yrigoyen y avenida General Frías ). Confluencia aquella ganada por la geografía desnuda que hacía ver las distancias más cercanas.
De conchilla y sin revoque, esa estructura era punto de copas, cuentos y duelos borgeanos.
En 1924 el lugar tomó forma de bar y cuentan que Jorge Luis Borges inspiró de ese aire para poder escribir algún que otro cuento de malevos y cuadreros... como El Sur.
Copas y compras
Allí se compraba de todo y quienes venían del campo traían sus listas en las que detallaban los víveres que se necesitaban todo el mes.
Y en ese reducto, a veces bravo, el almacenero hacía los paquetes mientras una grapa en esas mesas sin manteles era la compañía ideal junto a una charla con otros hombres que deambulaban por el local. Así se completaba la escenografía del almacén de ramos generales.
Páramos despoblados que según papeles amarillentos recién comenzaron a consolidarse como urbanos hacia la década del '40 del siglo pasado. Una gacetilla de remate de 1943 de la empresa Rufino de Elizalde & Compañía ofrecía en Adrogué, F.C.S., al lado de la estación Turdera, 189 lotes y una casa quinta con calles afirmadas pagas.
Papel madera
Tiempos donde todo se vendía suelto: desde el aceite hasta el vino. El azúcar se despachaba en papel madera y la yerba, también al peso.
Un trato amable entre el almacenero y el cliente era lo que amigaba al comprador y vendedor en esos años de casas sin ochavas con palenques para atar los caballos en la puerta de cada almacén.Distinta era esa comunicación a la que hoy se respira en las grandes tiendas y supermercados.
Así era la vida de aquellos años: distinta, de a caballo y con compras que se hacían en un solo lugar: el almacén de ramos generales.



Nota publicada por Federico Guerra en el semanario Lo Más Regional de Lomas de Zamora

Lunes 2 de mayo de 2005 Edición número 10 - Año 1

viernes, 28 de agosto de 2009

Hubo en Turdera un cine teatro llamado Colón


Una estructura vieja, en la esquina de las calles Agüero y Zapiola, es lo que hoy la mirada descubre. La misma perteneció al teatro Colón de Turdera, allá por la década del ’10. También fue cine y salón de baile para beneficencia y fiestas populares.

Riziero Preti fue quién fundó la entidad en 1913 para la diversión de vecinos que veían en este teatro-biógrafo la única fuente para pasar el tiempo en esos largos y lluviosos inviernos.
“Pasaban películas que, por supuesto, se cortaban a cada rato porque las filmadoras tenían sus defectos; después había espectáculos de teatro en el Colón de Turdera” rememoran los viejos vecinos memoriosos.

Los propios habitantes de Turdera eran quienes animaban las obras de teatro. En esa nómina se puede citar a: Pedro Crisuoli, Antonio Strianesse, José Vives y Miguel Carbone.

La orquesta estable del teatro, formada por vecinos, tocaba en varias oportunidades en el escenario para el deleite de todos. Fue esta agrupación musical la que tocó especialmente, invitada por el Jockey Club, en la apertura del hipódromo de Temperley el 24 de junio de 1914.

Lo cierto es que el modesto cine-teatro servía de ocio para los días de frío y lluvia a toda una barriada que encontraba en el salón el deleite los fines de semana con: películas de Chaplín y monólogos de algún vecino locuaz de fáciles palabras.

Pero, todo ascenso tiene su contrapartida y en este caso el declive de esta sala de Turdera no se hizo esperar demasiado ya que con la llegada de los caminos la gente iba dejando las obras vecinales y se trasladaba hacia Lomas de Zamora, a los cines más importantes.

Las puertas de este teatro cerraron en las postrimerías de los años ’30; lejos quedaron las visitas de la reconocida Madre María y los gallineros llenos para escuchar a la orquesta estable del Colón.

Ya en 1934, cuando el descuido y los pastos tapaban la puerta de entrada, la estructura fue subastada por $6.800 pesos de entonces. La hora final de la sala había llegado.

Sin modificarse mucho su estructura la sala de proyecciones pasó a ser una fábrica de zapatos durante varios años. Tiempo después la industria también dejó Turdera y el lugar comenzó a poblarse de mugre, y esa esquina quedó nuevamente sumergida en el olvido. Aunque hoy por hoy funciona allí, ahora sí con grandes modificaciones interiores, una nueva firma comercial.

Un teatro devenido en fábrica: clara muestra de los tiempos que corren y el progreso capitalista que no se detiene...




FEDERICO GUERRA

Hubo En Turdera Un Cine-eatro llamado Colón

Tranvía a caballos de Turdera 1910


Mural pintado en el Colegio Santa Inés por la Dirección de Cultura de la Municipalidad de Lomas de Zamora. Basado en fotografías históricas publicadas por Federico Guerra y Pablo Yawny en una serie de postales históricas de Turdera.

Estación Turdera 1909


Mural pintado en el Colegio Santa Inés por la Dirección de Cultura de la Municipalidad de Lomas de Zamora. Basado en fotografías históricas publicadas por Federico Guerra y Pablo Yawny en una serie de postales históricas de Turdera.

Centenario Football Club: la prehistoria del Club Atlético Temperley


¨ Centenario Football Club, fue el primogénito nombre del Club Atlético Temperley.

¨ Este equipo jugó en Turdera y son interminables las anécdotas y recuerdos de esos tiempos de principios de siglo.


Turdera, es una Ciudad pequeña que encierra entre sus poros destellos de historia importantes. Pero lo curioso es que no sólo acuna génesis personal sino que además guarda entre sus recuerdos historias ajenas que merecen contarse e investigarse.

Corría el año 1910 y este páramo empezaba a dar sus primeros pasos sociales es por eso que como toda villa necesitaba tener sus lugares de distracción ya que los caminos que conducían a Lomas de Zamora, eran precarios e imposibles luego de inviernos lánguidos y días de llovizna permanente. Es por esto narrado que el villorio naciente entre Temperley y Adrogué ya contaba con el club El Jazmín para el vermouth del domingo o el café de la tarde, este estaba ubicado en la esquina de las hoy calles Agüero y Zapiola.

Había un bar y faltaba el club social, por eso nos topamos en esos años con el Club Social Turdera (quién gestó la primera kermes familiar); es decir, ya tenemos el cafetín y el divertimento social pero... ¿y el fútbol?, para eso estaba la cancha del Centenario Football Club, el actual Club Atlético Temperley.

La cancha de este equipo nacido en el año 1910, es decir al cumplirse un centenario de la revolución de mayo, estaba detrás del denominado Teatro Colón de Villa Turdera en la intersección de las hoy calles San Lorenzo y Agüero. Casualmente esta cercanía con el teatro les trajo a los muchachos del Centenario más de un inconveniente.

El field, era propiedad de la familia Preti, y el alquiler costaba la módica suma de $0,20, es decir, sólo pagaban el gasto del agua. Con este último dato podemos descartar (hasta encontrar un nuevo indicio) la hipótesis de que el pago por el arriendo de la cancha era entregado al Club Villa Turdera (del cual aún hoy se discute si realmente existió un club con este nombre en la ciudad).

Las anécdotas (1) más curiosas pasaron por este ( dicho con respeto ) “potrero“, como el conflicto permanente entre los directivos del teatro y del club Centenario, el motivo de la enemistad se basaba en dos ejes fundamentales: uno era cuando había funciones tantos de comedias locales como de cine mudo y el partido se disputaba en la cancha, los gritos y los pelotazos eran muy molestos, más allá de la lona que ponían entre ambas divisiones; otro tema era el agua, ésta muchas veces era cortada por el teatro, ya que había un solo molino que abastecía a las dos fracciones y la prioridad del agua era para el público y/o los integrantes de la compañías teatrales.

El ruido y el agua, uno obligaba a parar la obra y pedir silencio ¿se haría caso a esto? y el agua inducía a los jugadores a subirse al tranvía a caballos que pasaba a metros del potrero e iban a la casa de los Preti a protestar así sucios como estaban por la falta del elemento vital, tanto para saciar la sed como para asearse.

Han pasado varios equipos por esta cancha de piso sin alisar y tierra sin pasto, “En 1920 (...) el campo de Turdera, estaba en malas condiciones. Era casi imposible jugar al fútbol”, rezaba la revista partidaria Empuje, órgano oficial de Club Atlético Temperley, años más tardes como anécdotas del comienzo (2).



¨ Tantos encuentros memorables...

La pelota de tiento ha sido pateada, por esa cancha, por jugadores del Club Atlético Adrogué (su cede actualmente esta enfrente a la plaza General San Martín de esa Ciudad a metros de la estación) y Nacional de Adrogué al jugarse un triangular junto con Centenario a fines de 1919. Fue a comienzos de ese año donde el club castellaniza su nombre por intermedio de asamblea y pasa a llamarse Club Atlético Centenario en lugar de Centenario Football Club.

Además pocos día antes había enfrentado a el Club Argentino de Banfield por la segunda división de fútbol ( esta categoría estaba compuesta por el Club Atlético Adrogué, Argentino de Banfield, Chacabuco, El Porvenir, Sportivo Suizo, Honor y Patria, Sportivo Dock Sud, Talleres United A y B ) pero ese partido no pudo disputarse en Turdera.

Este tema tan actual: “la violencia”, no es asunto contemporáneo, ya que aquel encuentro no se disputó bajo la localía de Centenario ya que el presidente de la institución Alfredo Beranger decide que el match se juegue en terreno neutral debido a la rivalidad de los barrios.

Fue el mismo Beranger quién en 1921 y ya jugando el club en divisiones intermedias (las categorías de los años ‘20 estaban divididas en Primera, Intermedia y Segunda) rechazó una invitación del Club Adrogué para disputar un encuentro debido a la enemistad de los vecindarios, es decir Turdera y Adrogué. En enero de ese año el club había cambiado su nombre por el actual Club Atlético Temperley, a través de asamblea de socios.

Los colores del club que hace de prehistoria de Temperley (Centenario) están en investigación, aunque la versión oficial nos habla de que los mismos eran idénticos a los actuales, celeste con vivos blancos, hay quienes indican que aquellos atuendos de principio de siglo eran verdes con tonos rojos.

El primer presidente de la institución se llamó Eduardo Sciandra y tanto su sede como la secretaría oficial del club han residido por muchos años en la casa del directivo de turno. Luego la primera sede fija se enclavó en la Avenida Meeks 1066 Temperley, posteriormente en al Avenida 9 de Julio 310, para terminar de radiarse con unos metros de diferencia en la misma Avenida, donde actualmente quedan las instalaciones celestes.

Luego de pasar por Turdera el Club se radicará donde hoy yace, en 9 de Julio y el paso bajo a nivel de Temperley. Junto a glorias y lamentos el Club Atlético Temperley tiene un pasado en Turdera, en esa Ciudad tan pequeña y con tanta historia para buscar...y sorprenderse


(1) Las anécdotas y recuerdos han sido relatadas por el historiador (ya fallecido) Luis Guido Tomasi y la señora María Preti.
(2) La Revista Empuje pertenece al Médico e historiador del Club Atlético Temperley Marcelo Ventieri.